13 de septiembre de 2013

Romeo x Julietto (il-Divo, Por ti seré)




Capítulo 6: Visita al calabozo

Lo que sugería su sirvienta y amiga de confianza en verdad era arriesgado pero sin duda era una buena idea, Marie se había ido a por la comida de él y Julietto mientras le daba tiempo para decidir si seguir con el plan.

Al cabo de unos minutos se escuchó el repicar de la puerta y la voz de la muchacha que entró con una bandeja con un poco de carne y pan en cada plato acompañados con dos copas y una jarra de vino. Al dejar la comida en el escritorio del fondo de la habitación, Marie le comunicó que se tenía que ir a hacer una última cosa y que luego regresaría, pero antes de salir Romeo la agarró del codo algo nervioso.

- Ah, Marie – le dijo con el corazón acelerado y soltando el brazo de la muchacha al ver la cara de sorpresa que había puesto – quiero salvar a Julietto,...quiero decir que estoy contigo y me parece muy buena idea lo que has dicho.

- Tranquilo Romeo, lo sé – le dijo con una sonrisa – por eso necesito ausentarme un momento, usted coma su parte – señalando con los ojos la comida de la bandeja – cuando regrese, venga conmigo y la comida de Julietto, pero una vez le hayamos dado de comer y se asegure de que esta bien, tiene que hacer lo que habíamos quedado por el bien de usted y él.

- Esta bien, aquí te espero – le dijo, preocupado y cerrando la puerta.

Los minutos fueron pasando en una atmósfera de nerviosismo y preocupación sobre el por qué estaba tardando tanto Marie, ¿qué era lo que tenía que hacer?, ¿qué era lo que hacía para tardar tanto?, cada minuto que pasaba cada vez era más preocupante, la hora de ver a Julietto era de cada vez más cerca y el plan que habían planeado parecía bueno, aunque aquello les llevaría por un camino lleno de obstáculos cada día y mucha precaución pero en esos momentos parecía la única solución. Los pasos en la habitación era cada vez más constantes sin parar de dar vueltas en el mismo lugar y comiendo algo de tanto en tanto sin permitirse el lujo de sentarse un momento, repasando y volviendo a repasar todos los detalles de lo que tenía que hacer cuando estuviera con su padre.

La puerta se abrió dando paso por fin a la anhelada persona que estaba esperando, cerrando la puerta con suavidad para no hacer ruido.

- ¿Qué estabas haciendo?, ¿por qué has tardado tanto? - le dijo preocupado y con voz baja.

- Ya lo verá en su momento – le dijo con un tono de misterio y hablando muy bajo – ahora debemos irnos a las mazmorras sin llamar la atención de los guardias – cogiendo la bandeja de la comida, viendo que el príncipe apenas había probado bocado, aunque lo encontró normal en la situación en la que estaba en esos momentos – Romeo, usted tendrá que vigilar que no haya nadie en los pasillos, yo llevaré la comida.

- Esta bien, pero hay otro guardia que vigila las mazmorras, ¿cómo vamos a pasar? - le dijo, empezando a ver que aquella misión era muy arriesgada.

- No te preocupes por ese guardia – le contestó la chica con tono convencido y haciendo aparecer un rostro de sorpresa en Romeo.

- ¿Por qué no debería preocuparme? - le preguntó.

- Ya lo verá, ahora vayámonos – le apresuró, indicándole de que abriera la puerta.

Llegar a las mazmorras fue algo verdaderamente difícil, ahora entendía por qué nadie había logrado escapar de aquel castillo, la seguridad era verdaderamente extrema y los guardias hacían su mejor esfuerzo, aunque Romeo sabía que aquella perfección era motivo del temor hacia su padre, eso hacía que la responsabilidad para el príncipe fuera más grande, ya que si lo de visitar a Julietto en secreto era descubierto al final, el rey haría ejecutar a todos los guardias que habían conseguido burlar, lo que significaba que si quería que nadie resultase herido tenían que entrar y salir de las mazmorras sin ser visto.

Estaban en el pasillo de las mazmorras cuando la sirvienta se adelantó a él, como si el peligro ya hubiera pasado, haciendo creer a Romeo que a lo mejor Marie ya no se acordaba del guardia que se encargaba de vigilar las celdas.

- ¡Espera! - le dijo, lo más fuerte que le era posible para que el guardia no detectará su presencia, sin embargo le sorprendió ver que la sirvienta había llegado a las celdas del fondo y no había rastro aún del soldado, ¿dónde estaba?.

Al ver la señal de Marie de que se acercara rápidamente decidió confiar en su criterio, al acercarse comprobó que en la mesa estaba el soldado dormido, con la cuchara al suelo y el plato de sopa que apenas había tocado.

- No despertará hasta dentro de unas dos horas – le confirmó la sirvienta.

- ¿Lo has dormido? - le dijo, sorprendido a la vez que entendía aquellas poca preocupación desde el primer momento por aquel soldado.

- ¿Por qué creé que he tardado tanto en llegar a sus aposentos?, tenía que encargarme de él, así que lo he dormido con unas hierbas bastante fuertes, - mostrando una sonrisa de agrado viendo como aquellas hierbas habían hecho su efecto esperado – cuando se levante tendrá algo de dolor de cabeza, pero nada más.

- Eres genial Marie, - sonriendo al ver lo lista que era, a pesar de aquel rostro inocente que mostraba siempre – recuérdeme que no la haga enfadar nunca – le dijo, como broma para alegrar un poco el ambiente, lo que produjo una sonrisa de satisfacción en la sirvienta.

- Tenga, - le dijo de repente, dándole la bandeja de la comida – entre y hable con él, yo vigilaré por si viene alguien, creo que es mejor que estén a solas.

- Gracias, - le contestó al ver lo atenta que era con él, arriesgando su trabajo, su vida y a su familia sólo por el amor que él sentía hacia otro hombre, aunque Marie simplemente le contestó con una sonrisa.

Al entrar en aquella celda pudo comprobar al momento aquel ambiente húmedo y frío, dónde la única ventilación de aquella sala que apestaba a un olor incapaz de identificar era una misera ventana dónde apenas uno podía meter la cabeza, aunque también los barrotes de hierro impedían hacer tal cosa. Bajó las escaleras muy despacio al contemplar como Julietto estaba atado de manos en la pared, por unos grilletes de hierro muy pesados y gruesos encima de su propia cabeza, debajo de sus pies había un enorme trozo de tela hecho trozos que Romeo reconoció rápidamente como la camisa que llevaba Julietto aquella mañana, no quería ni pensar que le habían hecho los soldados y el estúpido del capitán, aunque al acercarse a él la respuesta fue bastante evidente al ver los enormes moratones que tenía en ambas partes de las costillas y en el estomago, la cabeza de Julietto estaba agachada y Romeo no sabía como se encontraba si durmiendo o inconsciente, así que decidió averiguarlo del modo más fácil, dejando la bandeja de la comida al último escalón por el que había bajado.


- Julietto...Julietto – le dijo, repitiendo con suavidad el nombre del muchacho – Julietto – le dijo, acercándose a él del todo y levantando el rostro del campesino, viendo como había un hilo reseco de sangre en sus morados labios, aquello le encogió el corazón al príncipe haciendo brotar sus primeras lágrimas – por favor, despierta Julietto – le dijo en voz baja, y acariciando sus mejillas con ambas manos.

- Ro...Romeo – susurró Julietto, empezando a despertar, volviendo a ser consciente del dolor de los moratones que tenía en todo su cuerpo y del frío que hacia en aquel lugar - ¿qu...qué haces aquí?, t...tu padre...

- No digas nada Julietto, - le dijo, completamente hecho trizas en su interior al ver el estado del chico – olvida a mi padre, además estas temblando – le dijo, incapaz de hacer nada al no haber llevado ninguna manta y sabiendo que era muy arriesgado a ir por una y volver – te he traído algo de comer, seguro qué estas hambriento – acercándose a la bandeja dónde la había dejado y cogiendo un trozo de pan para dárselo a la boca, lo cual hizo soltar un chasquido de dolor de parte de Julietto y escupiendo la comida de la boca, al ver Romeo el trozo de pan ensangrentado al suelo, se dio cuenta que había heridas en su boca y el masticar le producía dolor en aquellas heridas – lo siento, lo siento – se disculpó, sufriendo al ver que volvía a bajar el rostro hacia el suelo de lo cansado y dolorido que estaba – espera un momento, te daré algo de vino, te ayudará a entrar en calor aunque te escocerán las heridas de la boca, pero tienes que beber.

- Romeo – le dijo, con tono cansado e interrumpiendo a que fuera por la bebida de la bandeja.

- Dime – invitándole a continuar a pesar de que ni él podía parar de llorar, por lo afligido que estaba por la salud de Julietto.

- Te...t-te quiero Romeo...t-te quiero...yo...yo

- Es suficiente Julietto, - le dijo, apenado al ver su tartamudeo por el frío – no digas eso, yo...yo, – la pesadumbre en su interior no podía ser más grande al igual que el sentimiento de culpabilidad – todo ha sido por mi culpa, por mi culpa tu estas así – volviendo a la bandeja para coger la bebida pero sin antes intentando secarse las lágrimas para que no cayera ninguna en la copa de vino, aunque en unos segundos más tarde nuevas lágrimas aparecieron en su rostro – lo siento mucho – dándole de beber y viendo el rostro de dolor que ponía por el escozor de las heridas en su boca, repitiendo la operación un par de veces hasta que el tartamudeo desapareció y la piel de Julietto empezaba a coger su tono rosado de nuevo poco a poco – ojalá no nos hubiéramos visto aquella noche, si hubiera aceptado el casamiento de mi padre y le hubiera obedecido como siempre nunca hubiera pasado nada de esto, lo siento mucho Julietto – acercando su frente a la del campesino, pudiendo ver éste las continuas lágrimas que se estrellaban al suelo de parte de su amado.

- No digas esas cosas...prefiero pasar mil veces esta tortura – separándose de la frente del príncipe, para encontrar sus miradas fijamente la una con la otra – que no haber visto nunca tus ojos, tu sonrisa, tus lágrimas y tu voz...no me arrepiento de nada y menos aún de recibir este castigo por lo que siento – aquellas palabras habían dejado atónito a Romeo, no sabía qué decir, qué hacer – sólo sigo adelante con el deseo de que algún día tenga tu amor.

- Julietto, yo... - en verdad quería a ese campesino pobre y ahora sin techo pero ¿tenía sentido pasar por todo esto por amor a alguien?, no lo sabía...pero amaba con cada fibra de su ser a aquel chico.

- Tengo...tu amor?, Romeo – le dijo, cansado volviendo a agachar la cabeza por el esfuerzo que le suponía mantener la cabeza erguida después de toda la mañana estando del mismo modo.

- Julietto, - le dijo, levantando su cabeza con las manos para que no tuviera que hacer ningún esfuerzo – lo tienes Julietto, ahora y siempre – le decía feliz de aquel momento mientras sus ojos llorosos mostraban la otra parte de cómo se sentía – tienes mi amor, te amo – acabando aquellas palabras mientras se iba acercando a los labios de su estimado compañero, hasta que se unieron en un profundo y cálido beso del que no se separaron, continuando con sus caricias labiales durante unos minutos el uno con el otro.



Por ti seré más fuerte que el destino,
por ti seré tu héroe ante el dolor
yo sin ti estaba tan perdido
por ti seré mejor de lo que soy.


- Vas a salir de aquí muy pronto, - le aseguró, más calmado gracias a aquellos cálidos besos de su hombre – sólo aguanta un poco más, por favor – le dijo, mientras acariciaba una de sus mejillas.

- ¿Qué vas a hacer? - le preguntó preocupado a que Romeo hiciera alguna locura por desesperación.

- No te lo puedo contar, - le dijo, con un rostro de misterio – pero te aseguro que estaré bien, no te preocupes, otro día si te lo contaré pero ahora no...confía en mi – besándolo de nuevo como si no hubiera un mañana.

- Confío en ti pero, ten cuidado Romeo – le advirtió al no saber que era lo que tramaba, aunque seguro que peligroso al tratarse seguramente de algo que podría afectar al rey o peor aún a Romeo, sabía que éste era capaz de sacrificarse como hasta ahora, sólo por salvarlo a él.

De pronto apareció la muchacha por la puerta, arriba de las escaleras advirtiendo a Romeo de que era hora de despedirse, Julietto entendió por los gestos de aquella muchacha de que estaba del lado de Romeo y que lo habían visitado de escondidas.

Romeo salió por la puerta del calabozo mirándolo con una sonrisa, antes de que la muchacha desapareciera detrás del príncipe, Julietto llamó su atención.

- Perdona señorita, ¿cómo se llama? - le dijo, mirándola arriba de la escalera.

- Marie, ¿qué es lo que quiere?, no puedo estar mucho tiempo aquí – vigilando que el guardia no despertará de un momento a otro.

- Gracias por ayudar a Romeo, cuídalo por mi Marie – ofreciendo una sonrisa a la señorita.

- Descuida, Romeo le quiere mucho sabe, la verdad es que me da envidia – le dijo con una sonrisa amable y voz dulce – Romeo lo ama con todas sus fuerzas y es un amor que no ha sido elegido por nadie, tiene suerte de que haya encontrado a alguien como usted, sólo tiene que aguantar un poco más Julietto y le vamos a sacar de aquí.

Al volver a sus aposentos junto con Marie, ambos se dieron un respiro por los nervios que habían tenido que soportar al intentar pasar desapercibidos por los pasillos del castillo, esperando a los momentos oportunos para ir de lado a lado para no ser detectados.

- Bueno la primera parte a salido bien, ya no tiene que preocuparse por Julietto aunque lo difícil señorito viene ahora con lo de su padre – le dijo, con una mirada de precaución – tiene que intentar que su padre acepte las condiciones de la forma que sea o luego será más difícil que ambos os podáis ver.

- Lo sé – le dijo, con tono pensativo – pero ahora no puedo decirle nada, no después de la que he armado en la sala cuando hablaban de sus estrategias de combate, debe estar furioso conmigo – tocándose consecuentemente aquel pequeño y fino corte que le había hecho su padre en el momento en que le había puesto la daga en la garganta, amenazándolo de muerte.

- Entonces espere a la hora de la cena, - le contestó, caminando hacia la puerta para irse a hacer sus tareas, ya que seguro la estaban echando en falta sus compañeras de trabajo.

- ¿Y si los soldados vuelven a la celda para darle más castigo?, - le preguntó, preocupado al recordar las heridas ya bastante feas que llevaba en su cuerpo el pobre muchacho.

- Hemos estado en la celda casi unas dos horas y no ha aparecido nadie durante ese tiempo, y ya le han torturado, así que supongo que al haber visto el estado en el que lo han dejado no volverán por ahora - intentando hacerle entender que no era probable de que los soldados volvieran a tomar represalias con el campesino en lo que quedaba del día.

- Ya sabes que he matado al capitán y sus soldados ahora me han cogido un gran rencor, seguro que son capaces de matar a Julietto sólo por venganza, esto es demasiado peligroso y no quiero tenerlo ahí durante mucho tiempo – intentando no pensar en el peligro en que estaba sometido su amante secreto.


- Tranquilícese, usted tiene algo muy importante que debe hacer en estos momentos, pensar en como convencer a su padre – le dijo, preocupada al ver todo lo que había en juego por ese chico de la misma clase social que ella, un simple pobre intentando sobrevivir por los pocos medios de los que disponía – yo me encargaré de que este en buen estado, pero usted debe convencer a su padre, de lo contrario podremos ir pensando en otra forma de sacar a Julietto de la celda.

Romeo, también era muy consciente de todo lo que estaba en juego, la vida de su amado, la de su sirvienta y posiblemente la de su familia e incluso su propia vida, ya que si había algo que no perdonaba su padre por ninguna circunstancia era la traición...sin duda no sería nada fácil hablar con su padre...incluso más complicado que colarse entre la vigilancia del castillo.

Pasaban las horas cuando Marie estaba preparando como siempre la mesa del gran comedor del castillo para los nobles junto con el príncipe Romeo y el rey, estaba yendo hacia la cocina cuando escuchó una gran discusión, entre las voces pudo distinguir al rey y si su mente no le estaba jugando una mala pasada, una de las otras dos voces que había más era la del oficial encargado del adiestramiento del ejército, lo que aquello le empezó a oler a problemas, ya que éste era hijo del capitán que Romeo había asesinado en el momento del arresto de Julietto.

Continuara...

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